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Justificación

   Don Miguel de Cervantes, sin duda, quiso decirnos muchas cosas con esta magnífica obra. La más evidente es la de burlarse de los libros de caballería y de sus fieles lectores. Estos libros estaban llenos de relatos fantásticos, de personajes irreales y aventuras extraordinarias, y gozaban de una tremenda popularidad.

   Los libros de caballería de aquella época serían en la actualidad algo así como los libros de aventuras de superhombres del espacio o superhéroes que salvan a la humanidad de invasiones alienígenas. De tal modo que si hoy existiera un imitador de Cervantes que quisiera hacerse célebre por una obra similar, se inventaría a un peculiar personaje esmirriado y enloquecido, vestido con un traje parecido a los de los superhéroes que todos conocemos, con mallas, slips, capa y camiseta de licra. Lo dotaría de superpoderes, y le haría participar en aventuras interplanetarias, deambulando por las actuales autopistas y utilizando para sus desplazamientos algún viejo y descatalogado vehículo que siempre está averiado.

   Desde luego, sería una novela bastante cómica. Pues así es la novela de Cervantes, una obra tremendamente humorística, aunque en ocasiones también tenga un trasfondo triste.

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   Esta obra nos presenta una hermosísima historia de amistad auténtica entre dos seres tan opuestos como pudiéramos imaginar, y también la forma de cómo cada uno de ellos va influyendo en el otro, hasta el punto de que, al final del libro, nos sorprende un Quijote cuerdo y escéptico, que reniega de sus pasadas locuras, y a un Sancho entusiasta dispuesto a salir de nuevo a los caminos en busca de Dulcinea.

   Sueños inalcanzables de justicia, de generosidad, de amor sublime e ideal, de honor y de tantas otras expresiones humanas, se ven plasmadas en esta emocionante y divertida novela.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pero Don Quijote no es tan solo una novela de humor, también es una novela crítica. En ella encontramos situaciones en las que se pone en evidencia aspectos negativos de la condición humana y una confrontación constante entre dos maneras opuestas de ver el mundo y la vida: una idealista, representada por Don Quijote, que cree en los ideales de belleza, honor y justicia; y otro materialista, encarnada por Sancho Panza, que siempre se muestra escéptico y no se permite creer en otra cosa que no sea lo que pueden ver sus ojos y palpar sus manos.

 

   Los capítulos seleccionados para este curso tan solo son cuatro, con el único fin de cultivar el gusto por esta ejemplar obra y para acercar a nuestros alumnos a estos simpáticos personajes y sus divertidas aventuras. Esperamos y deseamos lograr este pequeño objetivo.

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